10.11.06

Risa.

Enrique, ahora transformado en un inmortal, se rió de mí. Me interrogó acerca de mi vida y después de contarle cada suceso, lo hizo una parodia. Me dijo cosas como: "te pasa de pelotudo", "deja de perseguirla" o "no te la vuelvas a tirar". Mi trágica vida era una burla, algo que no causaba más que risa en los labios del viejo. Mi primera reacción fue molestia. Él no era quien para burlarse de mí. Debía sentir tristeza, mi tristeza, la que todos sentían al escuchar mi historia. Quería que la soledad oculta en mis palabras le traspasará los huesos y borrara esa sonrisa, tan feliz y genuina. Parecía un hombre que nunca había odiado y para mí eso lo transformaba en un niño y por lo demás ignorante.

El hombre dejó de reir, como si escuchara mis pensamientos. Se produjo un silencio largo y él clavó su mirada en mí. No sentí miedo ni presión, porque aún retumbaban mis pensamientos y la rabia me mordía los huesos. "Siente mi tristeza, Enrique. Llora mi soledad" se repetía una y otra vez en mi mente, como una cinta sin final. Esquivé su mirada, concentré mi rabia y lo volví a mirar. Debía hacerlo sentir como yo, nada me sería más grato. Él lo notó y volvió a sonreir. Fue allí, de golpe, cuando comprendí lo patético de mi discurso y lo enfermo que estaba ¿Por qué deseaba descargarme contra un hombre que me sonreía?¿Qué clase de ser era?

La rabia se volvió culpa y amarró aún más fuerte mis huesos. Me detuve espantado y Enrique me esperó. Aún así no me despegó la mirada.

Era necesario realizar el acto último de redención antes de seguir avanzando. Solté una carcajada que aún retumba en las calles de la ciudad. Caí al piso y puse las manos en mi abdomen, retorcido en hilaridad. Un par de lágrimas cayeron en el ataque de risa, pero fueron producto de la más pura alegría. Enrique reía conmigo y me acompañó hasta que pude caminar otra vez. Una vez que recuperé los colores del rostro, me dijo:

-Te hace falta experiencia, pendejo-

Y volví a reir, porque su insulto anunciaba las alegrías venideras y me pedía fe en el futuro. El tiempo de reir se encontraba cerca y lo de ese día no era más que una intuición, pero no quería más y tampoco deseaba recibirlo. Las cosas estaban bien como iban, porque así estaban escritas. Era feliz, los inmortales no me habían olvidado.

No comments: