23.3.08

Copas rotas

Y fue pensar en distancias. No había punto de equilibrio o plano en el cual cualquier competencia pareciera justa. Todo lo sabido alcanzaba niveles de evidencia abismantes. Me pregunté si tal vez ella lo vería tan claro o si al menos sabría de la certeza que sentía. Era imposible que no lo viera. No había temor, pues no había objeto de miedo. Las distancias son muchas y todas a mi favor, tanto que decirlo no es vanagloria barata, sino el reflejo de la comparación de dos personas con una serie de elecciones distintas marcadas por el olor de ambos, donde era imposible dejar de percibir cual era la colonia barata.

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