5.1.08

20's


Riera -al igual que yo- se encontraba intrigado por la procedencia de las imágenes oleográficas dáctiles. Supuso que eran otro truco del famoso Mago Caprianni heredado quien sabe como por la Rucia. Estaba muerta y su imagen podía moverse y olerse. Cada noche sostenía largas conversaciones con ella, llegando a comprenderla mejor que en vida. Era cuestión de colocar los cristales en las posiciones marcadas con su sangre para volver a verla. Cuando el entendimiento fue total entre ellos, Josefino decidió lanzar los cristales al mismo río donde esparció sus cenizas. Era hora de dejarla ir. Fue breve al despedirse de ella, pues ya no había que decir. Se entristeció mucho cuando intentó abrazarla y recordó que eso iba más allá que el poder de los cristales.

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