15.1.08

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Macetas pesadas que caen. Un cráneo va junto a ellas y al tocar el piso su mandíbula salta varios metros y queda intacta. ¿Qué puedo decir? Esta es la magia. The magic sell's of you. A la mierda si está mal escrito. Serán (seremos) pasajeros de trenes muertos, descarreados a la vida. Al fin y al cabo no existen ni buenos ni malos, sólo vida corredora (de pajas?), rápida; la garrapata perfecta que espera el turno para caer sobre lo inórgánico. Pero lo biológico no es lo mío. Quizás lo social, pero teñido, en azul, verde, rojo o mejor, sólo plomo. Plomo, balas, color de mierda. Es un gran "depende". Otra psicología más en un mundo atestado de ellas. Más antigua que las oficiales. Rodeada de matices que me impiden saber cuál eres tú si no mantengo la cabeza fría, si no abro bien los ojos, para ver antes y ahora. Para simplemente ver lo que hoy es obvio y el problema no está en lo obvio, sino en el hoy. Hoy no es ayer (gran deducción. Un Nobel para mí) todos los días detrás de hoy serán ayeres degenerados, sangrientos, orgiásticos, pero con sabor a nada. Grasa insípida, porque faltabas tú y te habías llevado parte de yo. Entonces la entrega total, la rendición absoluta de la últimas defensas es un imperativo, pero requiere un harakiri final, de introducción lenta de la daga para poder saborear el gusto a muerte, para botar la mala bilis y los humores restantes. Vomitarme la ropa y curar la ceguera sanguinaria. Es dificil de explicar como uno se acostumbra a la oscuridad y ver se tranforma en un acto doloroso. Pero la entrega, el doloroso suicidio aparece como la luz al final de nuestros laberintos (si querida! también tengo uno!) Deajaré que me mates si quieres (no querrás) y que me condenes a la ceguera (no querrás) Toma la espada. Blándela sobre mí (no querrás). Acaricia mi pelo con el filo. Así amor. Te confiaré mi vida y lo que pase después de la muerte con tal de matar la ceguera. Lo querrás.

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