7.2.11

20's

Tanto en las noches como en los días, un calor más propio del trópico que de estos lados del planeta inundaba la pieza de Riera. El tiempo había pasado por él y no recordaba si ya había muerto o no. Los hechos le indicaban que esta hipótesis tenía cierto grado de plausibidad, ya que aún mantenía largas conversaciones con su difunta esposa, pero especialmente porque se había vuelto famoso, algo que le suele suceder a los artistas muertos con más frecuencia que a los vivos. Por azares del destino su obra coíncidía en ciertos tópicos con la una corriente europea que era post-algo, lo que la hacía "única e interesante" para la comunidad intelectual, la cual sólo ocupa esos calificativos para algo que tiene mediana coherencia lógica y no comprende bien, pero todos dicen entender y admirar. Riera estaba en la cima, ganaba millones por no hacer nada y la prensa interpretaba como manifestaciones políticas aquellos eruptos que no retenía sólo porque tenía las mandíbulas muy viejas.

1 comment:

Audrey said...

Siempre me gustarón estos escritos, me cae bien Riera, un abrazo