14.2.11

20's

Una pequeña idea empezó a rondar la cabeza de Riera. Al principio partió como una tonntera, pero pronto se convirtió en una preocupación mayor. El poeta dejó de comer dormir para pasar sus tardes y noches frente a una pizarra con muchos símbolos matemáticos. Pronto el roñoso departamento empezó a llenarse de libros acerca de probabilidades, ecuaciones, estadística y otros similares. La Rucia, quien siempre supo lo "especial" que era Riera, había empezado a preocuparse por la cordura del hombre, ya que cada vez que le preguntaba en que trabajaba él ponía cara sepulcral y cambiaba de tema. Decidió entonces seguirlo a todos lados. En cualquier caso "todos lados" era sólo hasta la biblioteca, donde el nombre de Riera aún resuena por ser el único en leer todos los libros de matemáticas disponibles.

Luego de diez días, una Rucia ya histérica decidió comenzar a dormir en el sillón por si Riera se desmayaba o si había que evitar que saltara por la ventana. Esa noche la despertó una respiración agitada y un Riera emocionado que intentaba explicarle una complicada ecuación en un lenguaje que ella no entendía. Todo lo que logró comprender fue su frase final.

-Es improbable, pero tú si estás aquí-

1 comment:

Alex Drams said...

Ya... no más romance en este blog por un buen rato =P