15.7.07

No tengo ganas de hablar-t


Con la atropellante necesidad de escribir, de creerme Cortázar y describir mis paseos con la Maga, de ver puentes franceses, crear palabras y creer en el guión por escribirse, determinante de todos y que me asegura la inexistencia de la casualidad. Con juegos constantes y avances retrocedidos. Ires y venires de Maga en los labios, expresada en palabras sin sentido completo, que lo adquieren sólo al final de la tarde, cuando te paras del rincón del vagón y miras hacia atrás la partida del tren está por partir y yo invento cuentos de una línea con cariños que siempre acaban mal, porque no sé contar historias que terminen bien. Me descolocan sus finales, me parecen cuentos abiertos que puede llegar cualquiera a reescribirlos. Son puentes hechos de palabras y cuerpos girando con mentes a ratos pérdidas, buscando un norte o una brújula menos imperfecta que el simple sentido común. Aquí me encuentro contando una historia que no lo es, jugando con la oposición con la fuerza de los tirones de pelos y ojos hechos de deseos latentes, visibles en cada pestañear. En ellos veo una risa juguetona y me detengo a esperar. Esperar que creas en el silencio y que estaré ahí en el momento exacto de la muerte transitoria, devolviendo el tiempo hasta la estación de metro donde te encontré unas horas atrás, en un andén atestado de polillas comedoras de trenes y poemas de bolsillo.

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